ACCIÓN DE GRACIAS 300 ANIVERSARIO

 

ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS 300 AÑOS DEL BEATERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

MADRE ISABEL TERCER CENTENARIO DE SU TOMA DE HÁBITO


GRACIAS A TODOS LOS QUE HABÉIS VENIDO A ACOMPAÑARNOS      en nuestra celebración. Gracias en nombre de la Congregación de Hermanas Trinitaria, y en nombre de las hermanas de la comunidad de madre Isabel. Don Santiago, sacerdotes amigos, hermanos trinitarios, religiosas y religiosos de otras congregaciones, Hermanas de todas las comunidades de España, profesores que nos acompañan, personal que trabaja en el Colegio, colaboradores, vecinos, tantos amigos… GRACIAS a todos de todo corazón.

Pero quiero dar GRACIAS a Dios Trinidad por MADRE ISABEL. Una mujer célebre por su obra, extraordinaria. Pero también por su vida, que asombra aún más. ¡Gracias de corazón!

… No era normal hacer lo que ella hizo, es más: era muy extraño en su tiempo. No es difícil saber por qué lo hizo. Pero a veces me he preguntado cómo pudo hacerlo de aquella manera, sin medios adecuados y corriendo tantos riesgos. Y es que tenía lo principal: AMOR. Mucho amor. Un Amor siempre activo, poderoso, capaz de sacar lo mejor de todo lo que ama, capaz de creer en lo imposible, de afrontar los retos más difíciles. Y madre Isabel era una mujer sencilla y humilde. Pero el Amor que tenía en su corazón la hace valiente, y fuerte; y le da una confianza sin límites.

¡Qué amor más poderoso el de Madre Isabel! Pero es que este Amor es Dios, que habita en su interior, como ella misma dice. Él la llena de sabiduría, de luz y de fuerza. Por eso nada nada la arredra. Nada la hace desistir de su empeño y pasión… El padre Méndez y madre Mariana llaman a esta pasión el fuego de Dios, que arde en el corazón, y que se traduce en verdadero celo porque esas “niñas de Dios”, no se pierdan. Gracias por esta pasión que les une, en el cielo y en la tierra. Gracias por la Fusión. Porque significa que hemos escuchado a Jesús cuando dice: “Que nada de lo que me ha dado el Padre se pierda”… Y nada se pierde cuando somos capaces de unirnos, de compartir, de poner lo que tenemos, de sumar, y de multiplicar los dones recibidos… GRACIAS, DE TODO CORAZÓN, POR LA FUSIÓN.

GRACIAS POR LOS 300 AÑOS y por todas las personas que lo han hecho posible. El mérito de madre Isabel es incuestionable, es admirable y nos rendimos agradecidas a su vida y obra. Pero en estos tres siglos han pasado por el Beaterio muchas hermanas que han mantenido la llama encendida, sin dejar que se apague, a pesar de los vaivenes de la historia de las dificultades, de los peligros, amenazas, desafíos, incluso de las debilidades personales y de la fragilidad humana, y de los errores… 300 años son muchos años. Damos gracias a Dios por TODAS las hermanas que han pasado por el Beaterio desde el 2 de Febrero de 1719 al 2 de Febrero del 2019.

También damos gracias por los colaboradores, por las niñas y niños, por los trabajadores, por todas las personas que han ayudado al Beaterio a lo largo de estos 300 años, y que nos han traído hasta aquí. Si pudiéramos ver la película real de estos 300 años, cuantos rostros por los que dar gracias… Dios los conoce, y por ellos estamos aquí nosotras. GRACIAS.

Y para acabar, quiero compartir UNA INTERPELACIÓN Y UN DESEO.

Esta historia está viva después de 300 años. Muchas cosas han cambiado, y seguirán cambiando más aún. Pero hay algo que no cambia, que permanece, porque no puede cambiar, y es lo que la mantiene viva: el fuego de Dios. Y esperamos seguir cumpliendo años, porque significará que mantenemos encendido ese fuego de Amor. Mientras haya hermanas trinitarias que tengan encendida en su corazón la llama del Amor de Dios, y sientan ese celo o pasión por extenderla, esta obra seguirá viva. Necesitamos corazones encendidos. Más trinitarias encendidas en este fuego de Dios.

Pero también los laicos reciben el carisma, y hoy tenemos el reto de promover el laicado al calor de nuestras comunidades. Esto es una llamada, y un compromiso para todos los que sentimos el carisma trinitario dentro.

Que la celebración este centenario AVIVE en todos los que en ella estamos participando, y en los que se unen a nosotros, con su oración y anhelo de Dios, desde donde estén, que en todos AVIVE la llama de amor que hay en nuestro interior. ¡GRACIAS, DIOS TRINIDAD! muchas gracias a todos.

 

Hermana Felicia
Superiora General