ONOMÁSTICA DE MADRE MARIANA

Mi querida Madre Mariana: ¡Muchas Felicidades en este día de tu santo!.

Al evocar hoy tu presencia y tu vida entre nosotras el alma eleva una oración de gratitud a su Dios por la belleza con que te adornó y porque tu vida tiene mucho que decir al hombre de hoy. En tus cartas nos invitas a reflexionar sobre la naturaleza como don de Dios, como vida que nace y se desarrolla dando frutos abundantes, traer siempre a la memoria, al recuerdo, tu ternura y tu gran amor por ella.

La naturaleza era para ti lugar privilegiado de encuentro con Dios. Todo en ella te hablaba de vida. Te dejabas contagiar por ella, copiando toda su sabiduría para acercarte más al Creador y desarrollar tu vida conforme a lo que Él sembró en ti. Como tierra fecunda aprovechaste toda su enseñanza para crecer y dar fruto. Lo más pequeño e insignificante no pasaba desapercibido a tus ojos y a tu alma.

Te fijabas y eras atraída por lo más sencillo, viendo en ello la mano maravillosa del Creador y haciéndolo parte de tu vida. Lo más sencillo, y en apariencia sin valor, especialmente en la obra maestra sus manos: el ser humano, a quien sentiste hermano en la creación, haciendo de los sencillos, de los humildes, de lo que “no cuenta” el centro de tu vida.

Querida Madre: enséñame cada día a encontrarme con Dios en su creación para cuidarla y amarla como tú lo hiciste. Recibe mi cariño y un fuerte abrazo en este día.

Una Hermana Trinitaria