Que todos sean uno

Estamos celebrando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, como muchas iglesias y confesiones cristianas de todo el mundo. Es una semana de oración, es decir, es sobre todo un acontecimiento espiritual. Se celebra cada año del 18 al 25 de enero.

Este día conmemoramos la fiesta de la Conversión de san Pablo, hecho que nos recuerda que en el movimiento ecuménico tiene una gran importancia lo que denominamos ecumenismo espiritual, que ha estado siempre presente en los esfuerzos de aproximación y de estimación entre los cristianos desde el mismo inicio del movimiento ecuménico. La Exhortación apostólica del papa Francisco La alegría del Evangelio aporta el lema de este año al utilizar la cita: «El amor de Cristo nos apremia» (número 9). Con este texto de la Sagrada Escritura (2Co 5, 14), tomado en el contexto de todo el quinto capítulo de la segunda Carta a los Corintios, se formuló el tema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2017. El texto bíblico subraya que la reconciliación es un don de Dios destinado a toda la creación.

En otro documento apostólico, su reciente carta La misericordia y la miserable, el Sumo Pontífice menciona la reconciliación refiriéndose a la necesidad de que este sacramento "vuelva a encontrar su puesto central en la vida cristiana; por eso se requieren sacerdotes que pongan su vida al servicio del «ministerio de la reconciliación» (2Co 5, 18), para que a nadie que se haya arrepentido sinceramente se le impida acceder al amor del Padre, que espera su retorno, y se ofrezca a todos la posibilidad de experimentar la fuerza liberadora del perdón".

Estos días resuenan profundamente en nuestro corazón las palabras de la oración de Jesús en el Cenáculo: "Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado". En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica se comprometió a trabajar por la unidad de todos los creyentes en Cristo "en la profesión de una sola fe, en la celebración común del culto y en la concordia fraterna de la familia de los hijos de Dios". Desde entonces se ha avanzado considerablemente. Cabe reconocer como un signo de esperanza los pasos que se han dado y se están dando en el camino ecuménico.

Quiero dar gracias a Dios por el esfuerzo de tantos hermanos de diferentes comunidades eclesiales que no se han resignado a la división sino que mantienen viva la esperanza de la reconciliación entre todos los que creen en el único Señor. Los cristianos seremos testigos creíbles de la misericordia en la medida que el perdón, la renovación y la reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de las personas. Sin este servicio al mundo y con el mundo, la fe cristiana sería incompleta.

Juan José Omella Omella Arzobispo de Barcelona

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