166 ANIVERSARIO MADRE MARIANA

En el 166 aniversario del nacimiento de Madre Mariana, nuestra Superiora General se dirige a las Hermanas Trinitarias con estas palabras:

En el contexto del último retiro sobre nuestra identidad, resuenan en mi interior las sentidas palabras que escribe cuando fallece el fundador, valorando la herencia que nos dejó: “Somos riquísimas las Trinitarias”, dice la fundadora. Ciertamente hemos sido enriquecidas con dones abundantes y maravillosos. Pero con frecuencia decimos que personalmente no tenemos tantos dones o que nuestro talento no es importante. Quizás sea por humildad y sencillez. Pero la parábola de los talentos advierte del peligro de algunas excusas.

Os comparto el eco que en mí dejó el último retiro al orar con este texto. ¿Qué estamos haciendo con el don recibido? Quien cultiva los talentos y los pone en acción, siente el don como algo propio. Para esta persona el don es gracia, es instrumento de realización, un recurso útil y agradable. Se da con alegría y generosidad, no mide la entrega, hace mucho bien, haga lo que haga. Busca el compromiso y lo desea, pues lo vive como carga suave y ligera. No importa las capacidades que tiene, lo que sabe o no sabe, ni el número de talentos recibidos. Importa su disposición para darlo todo y el buen talante para sacar bien de todo. He visto trinitarias así con las chicas y con las hermanas; en recepción, en la cocina o en un despacho; en clase, limpiando o en el recreo; rezando o en misión; jubiladas o en activo; enfermas o sanas. Son una bendición.

En cambio, quien entierra el talento no reconoce su valor; lo ve como algo extraño y no lo siente suyo. Ponerlo en acción es una pesada carga, por eso evade el compromiso. La entrega es un sacrificio, mide lo que da y siempre busca lo más fácil y cómodo; su consigna es hacer lo mínimo de lo mínimo. Son personas que les pesa demasiado el trabajo y eluden toda responsabilidad. ¿Qué ayudaría a un nuevo impulso o crecimiento del Instituto? Reconocer y unir los dones. Es importante el trabajo personal para reconocer y valorar los propios dones; pero también hay que reconocer y apreciar los dones de cada hermana. Poner en común y acoger toda iniciativa y aportación. Ponerlo todo, cada una según sus posibilidades, pero construyendo un proyecto común. Porque podemos trabajar mucho, estudiar mucho, o hacer muchas cosas, pero individualmente, con un fin personal, sin pensar en la Congregación.

Se necesitan acciones que unen, gestos que edifican, dones que al unirse se multiplican. Sentido espiritual de la vida. Hay hermanas que dicen que ya no aportan, por edad, enfermedad, o porque ya no pueden estar en algunas tareas. Olvidan que cada etapa es un don; y es un don lo que a cada una le toca vivir y hacer en cada momento. Cuánto aportan las hermanas que en las mismas condiciones, se dejan querer y dejan hacer; valoran lo vivido, acogen lo que ahora toca y dejan caminos abiertos para otras; con una mirada positiva, una palabra o una sonrisa, alientan y animan. Son un testimonio de que los gestos gratuitos, rezar, amar y dejarse amar, son dones imprescindibles que nos unen mucho. Suelen ser hermanas de oración, que tienen muy despierto el sentido espiritual de la vida.

Ser puente para que el Instituto siga avanzando: Cultivamos nuestros talentos cuando miramos juntas el horizonte y trazamos caminos transitables. Enterramos los talentos cuando cada una se mira a sí misma. En este momento de tantos retos para la Congregación, a todos los niveles, en especial a nivel externo, tenemos que unirnos muchísimo. Hay que ser puente, no muro, para que el Instituto pueda avanzar. Hay que favorecer el progreso de las vocaciones, dar paso a las hermanas más jóvenes, confiar en las que vienen detrás y nos van a suceder, enseñarles la sabiduría de la comunión. Darles responsabilidades y ayudarles a asumirlas, animar, alentar, facilitar. Tenemos que unirnos, y unir, y mirar unidas el futuro. Sólo así se va a multiplicar este rico Patrimonio para bien de la humanidad. Madre Mariana cultivó los talentos que el Señor le dio, y ayudó a sus hermanas a cultivar y unir sus propios dones. Que ella nos ayude a practicar esta sabiduría.

Hna. Feli Fernández (Superiora General)