
El día 15 de Marzo, las Hermanas Trinitarias recordamos el aniversario del fallecimiento de nuestra fundadora M. Mariana Allsopp.
Ella fue el testimonio de una vida entregada por amor a las mujeres y jóvenes que habían tenido menos oportunidades en la vida y se encontraban en situaciones desfavorables, su amor a ellas le llevaba a confiar siempre en las posibilidades y las capacidades de cada persona: “No importa lo que han sido, sino lo que pueden llegar a ser”. Era consciente de que cada persona como hijo o hija amada de Dios encierra en su interior un tesoro que hay que sacarlo a la luz. Sabía que desde el amor es posible hacer cosas grandes, porque el amor a los demás transforma vidas y obra maravillas.
Su vida fue el ejemplo de un amor que se hace entrega a Dios, la gran pasión de su vida y a quién se consagró para siempre. “Lo dejo todo por aquél que amo más que todo”. Compara su vida con una barquilla que pone cada día en manos de Dios y que Él, lleno de misericordia y de bondad cuidará aún en medio de las tormentas y dificultades, porque quién se abandona en su Divina Providencia nada tiene que temer.
Trabajó hasta el final por su querido Instituto, extendiendo el carisma trinitario, prolongando su pasión por Dios y por la humanidad pobre y desamparada, transmitiendo esperanza y comunicando alegría hasta el último momento de su vida.
El día 15 de marzo de 1933 falleció con plena lucidez, con paz y serenidad de espíritu, como había vivido, y con la mirada fija en el cuadro de La Virgen del Buen Consejo que tenía frente a su cama.
Mariana siguió a Cristo y lo anunció con su vida como respuesta definitiva para la humanidad, sea cual sea su condición, y en cualquier situación que se encuentre, para que a todos llegue la redención y la salvación de Dios Trinidad.