Del Perdón y necesidad de la caridad

Próximo el día de Viernes Santo, las exhorto, hijas amadísimas, a la unión y caridad que debe reinar entre todas y que constituye a no dudarlo el verdadero carácter religioso, y la participación del espíritu de Dios.

La caridad es una virtud que nunca se acaba, lo dice el mismo Apóstol San Pablo. A pesar de todo la caridad es la virtud en la que más se falta y cuyas faltas más disgustos proporciona.

Hija querida, hoy que estamos meditando aquellos ejemplos que de caridad y de amor nos dio nuestro Redentor, debemos arrojar de nuestro corazón los resentimientos, propios de almas en las que no ha entrado el amor de Jesucristo y llenarlos de la verdadera caridad, de la dulzura, y de la complacencia.

Sí, hija mía, desde hoy en adelante que no salga de nuestros labios palabra alguna dura, ni contestemos con aspereza a nadie, aunque con aspereza nos hablen ni paguemos mal con mal, sino antes al contrario hagamos bien a todos. Que imitemos a nuestro amantísimo Redentor que pedía al Padre por los que al pie de la cruz le estaban insultando.

Perdonemos sí, y olvidemos todo lo que nos hayan ofendido y no solo perdonemos sino que pidamos perdón como yo empiezo por pedíroslo a cada una de vosotras.

(Cftar. Carta XIII)