El día 23 de abril se celebra en todo el mundo, el día internacional del libro. Se eligió el 23 de abril, porque es la fecha en la que en 1616 fallecían el español Miguel de Cervantes, el inglés William Shakespeare y el peruano Inca Garcilaso de la Vega. También en un 23 de abril, nacieron o murieron, otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos a descubrir el placer de la lectura y el respeto por la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.
Cada vez que leemos un libro nos dejamos sumergir por la magia y la fascinación de las historias que cada escritor nos trasmite a través de las letras con las que nos describe hechos y acontecimientos reales o ficticios, historias que nos trasportan a lugares inimaginables del pasado remoto, del presente más actual o del futuro imaginario. Entre sus páginas descubrimos personajes que pueden ser inolvidables y nos resultan entrañables. El poder de un libro no es sólo la historia que nos cuenta, sino la oportunidad de vivir momentos de intimidad al sumergirte entre sus páginas y compartir parte de la historia que nos describe, el poder hacernos reflexionar sobre nuestra vida y tocar nuestro corazón emocionándonos. Como diría Carlos Ruiz Zafón en La Sombra del Viento: “Cada libro,…, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece”.