Celebramos en este día la festividad de Nuestra Señora del Buen Consejo, bajo cuya abvocación nació nuestro Instituto.Ella, consejera y mediadora, fue como un faro en la vida de nuestros fundadores, y lo es también para sus hijas trinitarias. El padre Méndez nos dice en una carta que recemos por él, y pidamos a la Santísima Virgen del Buen Consejo que le de acierto en todo lo que lleva entre manos para el bien del Instituto . Madre Mariana nos la presenta como fuente de bendiciones, y nos pide con mucha frecuencia, que acudamos a ella y contemos con su ayuda, y que le pidamos siempre consejo en los asuntos decisivos.
En una carta inédita, meditando sobre la necesidad que tenemos de los dones del Espíritu, al hablar del don del Consejo, nos dice: “Si le falta el don de Consejo a la Trinitaria, ¿a dónde irá? Reflexionemos, hijas mías, lo delicado que es aconsejar: muchas veces de un buen consejo, pende la salvación de un alma, así como de un mal consejo su perdición ¿No estamos viendo esto todos los días? Seamos, pues, muy amantes de la Santísima Virgen del Buen Consejo y pidámosle su consejo antes de tomar una resolución o hacer una reprensión, pues Dios nos colocó para ser consejeras en asuntos de extrema importancia” (20-V-1912).
Los fundadores, en definitiva, nos piden acudir a ella siempre, pero en especial cuando necesitamos poner en sus manos asuntos delicados en los que, de nuestra decisión y acción, dependen muchas personas, y también dinámicas que pueden generar vida, o pueden frustrar impulsos vitales y favorables para otros.