Con motivo de la fiesta de la Santísima Trinidad la Superiora General de Hermanas Trinitarias nos dirigía estas palabras:
Queridas hermanas: vamos a celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad, y vamos a renovar nuestros votos en comunidad. Deseo para todas las hermanas Felicidad y Paz. En este momento tengo presente a cada una: que Dios Trinidad nos abrace, nos una y nos confirme en nuestra vocación trinitaria. Este año nos disponemos a celebrar nuestra fiesta intentando retomar la normalidad de la vida, después de un forzoso aislamiento y parón de muchos de nuestros planes y actividades, debido a la pandemia que aún nos tiene en alerta.
En algunos lugares todavía estamos en peligro, y desde diferentes instancias nos quieren convencer de que ya nada va a ser igual. De alguna manera todas experimentamos la dificultad real de retomar nuestra habitual programación. De hecho en la mayoría de las casas no podremos celebrar la Santísima Trinidad como normalmente lo hemos hecho.
En este día solemos hacer muchas cosas para los demás, dando a conocer lo que somos, invitando, acogiendo a quienes nos felicitan, compartiendo con las jóvenes, con los laicos, con quienes nos quieren o nos necesitan. Pero este año en muchas casas será más íntimo, más austero quizás; en Madrid no se permiten reuniones de mucha gente.
En momentos como el actual se cuestiona el sentido de muchas cosas, tanto que cambia y ya no parece relevante. Vienen a mi mente tantos retos a nivel mundial, nacional y local, la gente afectada, las hermanas que nos han dejado, las enfermas, las que han sentido la flaqueza del miedo y la soledad. Me vienen las víctimas más vulnerables de nuestro mundo, a quienes se les están arrebatando tantos derechos. También tengo en mi corazón los cambios y desafíos que tenemos en el Instituto, y las situaciones personales tan diversas. Y es que no podemos celebrar nuestro día al margen de toda la realidad que de verdad nos afecta.
Felicia Fernández