JORNADA POR LA VIDA

LA VIDA ES   SIEMPRE UN BIEN

Como san José, ante esta cultura de la muerte, debemos ser custodios de la vida porque, como afirmaba san Juan Pablo II, «la vida es siempre un bien». El fundamento que permite afirmar que la vida es siempre un bien es el hecho de que la vida es un don que proviene de la misteriosa y generosa voluntad de Dios. En este contexto de don puede afirmarse que toda vida vale la pena ser vivida puesto que en ella hay un orden previo y un destino profundamente querido por su Creador. «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó» (Gén 1, 27).

La vida es un don que Dios da a aquellos que ama como solo Dios puede amar, con un amor infinito, con un amor eterno. Tal como se expresa en el libro de Jeremías: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones» (Jer 1, 5).

En la constitución pastoral Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II leemos: «En realidad solo en el misterio del Verbo encarnado se ilumina verdaderamente el misterio del hombre» (n. 22); y un poco más adelante: «Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación» (n. 22). Así la vida humana ha sido enaltecida a lo más alto cuando el mismo Hijo de Dios se hace hombre. «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria"

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