SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2020
Del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en esta ocasión bajo el lema: «Nos mostraron una humanidad poco común» (Cf. Hch 28, 2) «Un relato de gran actualidad- afirman los obispos-, si pensamos en las travesías de los emigrantes y refugiados en busca de puerto seguro en el Mediterráneo.
Miles de ellos huyen de sus países de origen perseguidos por su fe o sus ideas. El relato contrastado con la realidad de cada día es una fuerte llamada a la unidad de acción de todos los cristianos, para que tratemos con solícita humanidad a cuantos nos piden ayuda. Los países de los que proceden los emigrantes padecen males sociales y desórdenes que les obligan a buscar unas condiciones de vida mejor entre nosotros.Es necesario ayudar a los países que los emigrantes abandonan, promoviendo en ellos el respeto a los derechos humanos, la libertad religiosa y el bienestar social que ahora no pueden legítimamente ofrecer a cuantos se ven obligados a emigrar».
Los Obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales recuerdan en su mensaje con este motivo que “la tradicional Semana de Oración por la Unidad de los cristianos nos devuelve a una realidad que olvidamos con demasiada frecuencia: que los cristianos estamos lejos de la unidad que Cristo quiso para su Iglesia. Este año el Octavario se inspira en la narración de la terrible tempestad que padecieron los pasajeros de la nave que llevaba a san Pablo a Roma con algunos prisioneros más custodiado junto por soldados, al frente de los cuales el centurión romano de nombre Julio.
El Apóstol había apelado al tribunal del César y tenía que acudir a Roma, surcando el Mediterráneo desde Cesarea Marítima, en tierras de Palestina. Durante la travesía se desencadenó una fuerte tempestad que duró más de dos semanas y que los arrastró hasta la ensenada de una playa donde encallaron. Habían llegado a Malta sin haber comido durante este tiempo y sin ropas, después de haber lanzado al mar cuanto llevaban para aligerar el peso de la nave, expuestos al vendaval y a la tempestad. Si las divisiones no pueden anular el bautismo válidamente administrado por las Iglesias y comunidades eclesiales.
El Octavario nos invita a la oración que ilumine nuestro conocimiento del misterio de Cristo, del cual hemos sido hechos partícipes por el mismo bautismo. No hay otro punto de partida para reconstruir la unidad visible de la Iglesia y alcanzar la meta de la misma Eucaristía. Hemos andado un largo trecho hacia la recomposición de la unidad perdida y anhelada, pero, acosados por la tempestad de una cultura contraria al Evangelio, aún no hemos soltado la carga que impide que la nave se sostenga sobre las aguas altivas de una sociedad relativista y la indiferencia ante la proclamación del mensaje evangélico.”