138 Aniversario de la Fundación

En la preparación del XXI Capítulo general de la Congregación, que celebraremos en Madrid del 4 al 15 de Junio, las Hermanas Trinitarias, hemos orado estos días de celebración por el 138 aniversario de la fundación del Instituto, del día 2 de febrero, con esas notas que los fundadores sintieron irrenunciables.

Ellos nos inspiran, nos exhortan y animan a reformar nuestra vida y renovar la misión, en línea con ellos, y en fidelidad al Espíritu, que nos pide dar vida y voz hoy al Carisma trinitario.

LA INSPIRACIÓN. Recordamos el contexto:

Mariana está en búsqueda, no encuentra su camino. Quiere ser religiosa, siente que el Señor la llama a seguir a Cristo, y a hacerlo en comunidad y consagrándose a Dios. Pero no encuentra el lugar. Ha buscado, ha examinado a fondo algunos Institutos.

El Padre Méndez la escucha, y después de un silencio repleto de sentido, le dice:

 *Hija, hace seis años que Dios me inspira hacer una fundación donde sin condición alguna puedan ser acogidas todas aquellas desgraciadas jóvenes, víctimas de sus extravíos y que esta obra sea ensanche de los Institutos ya conocidos para fines análogos.

* Deseo que las Hermanas que tomen parte en este proyecto, visiten el Hospital de San Juan de Dios en el cual traten no sólo de moralizar las enfermas sino también de rescatarlas en el momento de su salida, para lo cual es necesario establecer una casa que tenga la puerta abierta, tanto de día como de noche y que se denomine “Puerta del Cielo”.

*Deseo también establecer una sección para las que están en peligro y que vienen de los pueblos a servir, sin tener conocimiento alguno de las pobla-ciones, siendo algunas veces víctimas de las mujeres que bajan a buscarlas a las estaciones y son causa de la mayor parte de sus desgracias, lo que se evitaría si hubiera una Institución religiosa que se encargara de recogerlas a la llegada de los trenes mayormente concurridos.

La respuesta de Mariana es inmediata, instintiva, le sale del alma, como si ya estuviera inscrita en su interior: Conforme el inspirado padre me hablaba, se descorría un velo ante mis ojos y mi corazón palpitaba de consuelo.

Cuando terminó de hablarme, sin vacilar contesté: “Yo tomaré parte en esa fundación”